sábado, 23 de enero de 2010

Ese era mi viejo


Vivía en una casa a medio construir: un amplio living , dos dormitorios y un baño. En realidad casi terminada. Faltaban detalles, el piso de cemento era fresco en verano y tambièn en invierno. En esos casos, para pintar, se envolvía en una frazada a cuadros y allí estaba, alto y panzón, trazando una línea sobre la tela, la mirada fija perdida en alguna imagen , que había soñado o creído ver en algún lugar de su vida. Ya andaba por los sesenta en esa época y cuando empezaba algo hasta que no lo terminara no podía dejarlo. No podía parar. Era como una fábrica. Cuando pintaba sólo se permitía una botella de agua y mucha música, preferentemente Musorgsky, Boris Gudonovv ó Schubert, especialmente "la grande". En ese caso ,podía permanecer días enteros y al anochecer se iba a dormir temprano, luego de comer un pollo con arroz o algún pescado.
Así las imágenes iban surgiendo de su pincel, paisajes con cielos desmesurados, rostros de campesinos dibujados con prisa, brujas revolviendo una olla, lunas con cielos rojos o azules extractados de sus valles interiores.
Cuando se quedaba vacío o quizá demasiado cansado, se sacaba el overoll y festejaba bebiendo hasta tarde, días y días. Pero siempre en su casa, como si temiera que en alguna distracción, esos seres y cosas se liberaran, y volvieran a su origen. Así fue su vida. Un día me dijo "churchil ya no tengo más ganas" frente a un dibujo maravilloso: se trataba de un hombre apoyado sobre una mesa y una copa a su lado como si lo envolviera un remolino. El trazo era simple y denso. En ese dibujo parecía estar aquella verdad que él sólo conocía.Con letra clara a modo de ilustración había escrito:"aparta de mi este cáliz".
Ese era mi viejo.

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