viernes, 8 de enero de 2010

error de calculo

Se aferró a su estómago tapando con sus manos la herida. De costado, como si en esa posición pudiera retener la vida un poco más, se acostó en el medio de la calle, hasta que llegara la ambulancia, le pareció haber oído a alguien decir: ya la llamamos y no sabía cuanto tiempo había trascurrido. Sí, podía recordar cómo sintió el puntazo en medio de la pelea, se parecía a una patada en las bolas, ese dolor inmediato nó simultáneo como el relámpago y el trueno.

"Vés? primero el relámpago y después el trueno". Feo esto de comparar, este estar vivo muriéndose, era lo mismo.
Apenás hacía un día, salía del bar, en Constitución
-Bueno me voy pa la casa.-

Como todas las tardes, luego del laburo, se demoró en el boliche. pagaba quince pesos, por unos cuantos vasos de tinto y soda. Y tambaleante, atropellando un banco, caminó hacia el andén.



. Le quedaban treinta pesos para dejarle a su mujer, cuando llegara a la casa, para viajar, tenía el pase, así que se metió en el vagón cuando el tren arrancaba. Solía llegar al primer asiento junto al baño por si en una de esas se le daba por vomitar. Ultimamente las ventanas no se podían abrir y entonces trataba de respirar fuerte acercando su nariz al viento.

Perdía la noción del tiempo y era como si fuera infinito cuando salía del bar. Recordó que no eran más de las ocho y media en el reloj de la estación. Siempre pasaba igual, cuando llegara a Bernal estaría mejor y se bajaría en Berazategui ,más fresco.

Allí con una cerveza se compondría del todo.

Ahora, ese recuerdo era un destello, una explicación que se daba tendido como si estuviera en la cama, sin sentir la frescura del pavimento. El olor del mar, no estaba acostumbrado a ese olor intenso a concha, recordó a Mirta y se vió dentro de ella lamiéndola como un perro.

-En mar del plata

-Cómo?

-Me equivoqué de tren.

-Me prometiste por la guagua que no ibas a chupar más.

-Perdoname¡¡¡

Eran las siete de la mañana del sábado y él no se lo podía explicar. Para colmo le habían robado la plata en el viaje.

El cielo empezaba a ponerse azul, él podía verlo allí tan arriba, como si de pronto alguien hubiera prendido la luz mientras él pensaba cómo volver a su casa.

Anduvo toda la mañana ofreciendo trabajo y así es que llegó al puerto.

El hombre baldeaba la vereda del pequeño bar. Alguien roncaba en un zaguán.

El hombre tenía un cigarrillo en los labios y le dijo "bueno ayudame a lavar los vasos y cuando termines te pago y chau"

"a eso de las siete" el hombre se metió en el boliche.
Fué un día raro, se hizo largo frente a ese mar inmenso a los barcos con la culpa del que no puede compartir un placer.
Ahora podía pensar poco en todo allí en el suelo. El error se le escapaba cálido por el estómago se miró la palma de la mano ensangrentada y sin decir más se murió.
-Nada más inspector.
El inspector Baños pudo ver al hombre sobre un charco de sangre.
-Parecía buena persona, el quiso defender a la mujer y le dieron un puntazo. Sé quien fué. -dijo un nombre -estaba trabajando para volver a Buenos Aires.Pobre- dijo el hombre mirando al cuerpo abandonado en medio de la calle.
Encendió un cigarrillo.
Lo taparon con diarios. No había viento.

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