martes, 18 de octubre de 2011

Vincent Balta



Tenía un libro con impresiones de la obra de Van Gogh. Lo había heredado de la segunda mujer de mi padre y nunca dejaba de fascinarme por sus dibujos y sus enormes pinturas. Recuerdo que se lo entregué a mi viejo que lo admiraba tanto como a Francisco de Goya, en realidad le pertenecía ,era un acto de justicia.
Dicen ahora que Van Gogh no se suicidó, que en un accidente en el campo un joven de dieciseis años le disparó con un arma aparentemente en mal estado. Dicen que llegó moribundo y al preguntarle lo que pasó, dijo "creo que me disparé". Extraña vida y por qué no preguntarse si fuera cierto aquello del accidente. Tal vez no quería involucrar a nadie y lo dijo para proteger al muchacho que estaba un poco chiflado y se disfrazaba de Cow Boy, hecho surrealista como la vida de un genio que supo superponer en un cuadro la multiplicidad de la existencia.
En el diario La Nación, en donde he leído la nota hay un autorretrato suyo. Qué forma de mirarse y pintarse, qué forma de expresar esa mirada bajo un sombrero, entre su pelaje rojo, de subrayar las solapas de su saco perfectamente abotonado.
Volviendo al libro, hay una foto de Vincent a los dieciseis años, siempre me detenía en ese rostro y en esa mirada llena de imágenes, soñando lo que quizá suponía que sería su futuro. Acaso no tuviera conciencia del tiempo, se parecía a Strimberg o acaso a Behetoven y más cerca a mi hermano Baltasar. Sí a mi hermano Baltasar, joven y rubio poeta fallecido de un modo extraño a las veinte años. Un descendiente, un pariente hipérboreo que había nacido dos años antes que yo y al que me costaba comprender. Así me sugestionaba con esa foto, cerraba los ojos y podía saber que había adentro de esa alma increíble del artista.
A veces creo que los cuadros, las películas como la de Altman, Vincent y Theo, impregnan nuestros actos y los justifican. A veces pienso en otro tiempo cuando mi alma se reposaba en las estrellas anaranjadas era yo mismo el que se diseminaba y no este que ahora escribe este misterio.
Van Gogh acaso, creo fue dueño de su muerte más que de su obra. Si fué asesinado ya no importa. Mi hermano murió también sin denunciar a su agresor. Acaso se tratara de él mismo.
En la foto, ambos se confunden, en la muerte también.

viernes, 7 de octubre de 2011

Gracias

cuando no sé que hacer
miro por la ventana
o cierro los ojos
y entonces te recuerdo
y camino sobre la arenosa
piel de tu espalda
o me detengo
en húmeda ladera
a oler tus pechos
y así me dejo estar
por un rato largo
como la espera
del colectivo cuando llueve
es tan simple
la ciudad
como aquel chico
que juega empapado
los malabares
de tres pelotas
que en su mano
son su destino
gracias dice con el pulgar en alto
al que le da una moneda
gracias por la lluvia
y por el nobel de poesía

jueves, 6 de octubre de 2011

Abracadabra

Abra cacabra
se abre una puerta
un rayo
ilumina al poeta