domingo, 9 de mayo de 2010

Bonadeo

Habìa una revista en la època del proceso que se llamaba Mercado. Abundaban las camisas a rayas y las corbatas lisas, los Chicago Boys ocupaban los puestos jeràrgicos de los bancos y entidades estatales. El mayor emblema, era el orejudo Martìnez de Hoz, un hombre de aspecto fràgil pero feroz como una serpiente, tenìa delicados modales y manos de pianista, pero sus dedos finos apretaban botones de pisos màs que estratègicos. Si uno recuerda, hoy resulta justamente patètico verlo partir envuelto en una frazada de cashemire y tosiendo, hacia una clìnica al resguardo de preguntas"fuera de tono".
Y eso no es todo, con la apariciòn de Maradona, surgieron un grupo de exègetas y chupamedias cuyo actor, preponderante fuè el hoy bien visto Victòr Hugo Morales. Quien puede olvidar esa payada indecente con el gordo Muñoz, remanido oficialista, paradòjicamente hincha de Chacarita, y este uruguayo adevenedizo y barroco, probilardista y patròn de la inmundicia.
Pero volviendo a Mercado, allì en su columna de media pàgina, escribìa el gran Diego Bonadeo.
Inolvidables reseñas de un escèptico que hoy no tiene cabida en ningùn medio, señor de la ironìa, un verdadero periodista incapaz de venderse al mejor postor, se escribìan en esa revista de Yuppies, donde tambièn colaboraba Landrù, un hombre demasiado educado para tipos tan vulgares com Victor Hugo, Dolina y Coscia.

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