miércoles, 31 de marzo de 2010

Kiosco


Quise escribir un verso sobre el kiosquero de turno tarde de la vuelta de casa, lo hice, pero no me gusta, demasiada síntesis para tal personaje. Hace mucho que vendedores de diario han dejado de ofrecerlo por una razón, no existe más la sexta. Sin embargo como luchando contra el tiempo se las arreglan vendiendo revistas que compiten a pérdida con la televisión. Uno los puede ver en la calle Corrientes, vendiendo acaso algún material contaminante. También la pornografía es un espectáculo en extinción y la virtualidad se lleva puesta a la mejor tapa de Play Boy o algo más pesadito. En fin.
El Kiosco, creo empieza a decaer y el de la tarde, salvo que se las arregle con un tráfico clandestino, va perdiendo su razón de ser.
En Marcelo T de Alvear y Paraná hay un pequeño Kiosco cuyo propietario se encuentra siempre, por la tarde, tomando sol con la camisa abierta. Tiene una radio portátil con funda de cuero, como si estuviera en otra parte o en otro lugar. Al acercarme, sin hablar, puedo escuchar un tango o un partido de fútbol que juegan river y boca.
-Cómo vá
- uno a cero gol de Pianetti- seguro me dice.

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