A la oración, reunidos a la mesa, mi viejo recitaba algunos versos, Caminos de Machado, Neruda, Galán y siempre Vallejo. Su voz , amansada por el vino y el silencio, se apropiaba de nosotros, el poema vibraba mientras la noche nos envolvía con su misterio.
Mi padre, eterno como el río nos llevaba de viaje, lejos del dolor y la ausencia.
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