lunes, 19 de abril de 2010

El Cura Ibàñez


Un cine parroquial, uno podìa ver una pelìcula de Buñuel, o de los hermanos Aguilar. De los adelantos, solo habìa unos afiches con dibujos que intentaban reproducir escenas. Quedaba a la vuelta de mi casa y el cura Ibàñez saludaba junto al boletero, el cura no sabìa de censuras màs allà que las domèsticas, por eso allì vimos Viridiana, con la Deneuve y Fernando Rey, Rosa de Abolengo y los treinta y nueve escalones. En medio de la pelìcula el cura recorrìa los poblados pasillos del cine Parroquial San Alfonso, amonestando a los que se quedaban dormidos. Los viernes por la noche, antes de empezar con la pelìcula seguìamos la serie del Capitàn Maravilla, las calaveras del terror, el fantasma"espìritu que camina", y Flash Gordon.
Y la censura?, o el cura era un ignorante o un progresista abusador de la ignorancia provinciana, me inclino por lo segundo, creo haber visto "Ocho y Medio", y "El", "El Fantasma de la Libertad" y "El Angel Exterminador. Cualquier cine club estarìa envidioso de el glorioso archivo del Cura Ibàñez.
Los domingos por la matineè, era otra cosa, allì se exponìan pelìculas livianas de John Wayne o la nada despreciable Diligencia, o la Colina de La deshonra. Entre tantas, recuerdo haber visto "Playa Roja" con Cornel Wilde un alegato contra la guerra de Corea, a principios de los sesenta.
Ese era el cura Pàrroco Ibàñez, un vasco con anteojos negros y una dignidad envidiable. En la Iglesia de San Alfonso, debutè como amante del buen cine.
El cura falleciò, años mas tarde en un accidente, al caer su colectivo en el abismo de la cuesta del Obispo, acaso vìctima de su republicano optimismo.
Un amigo me comentò que antes del accidente rezaban el padrenuestro y el padre dijo: "Y no nos dejes caeeeeeeeeeer en la tentaciòn"
Asì y todo, levanto mi copa por mi catequista que mas allà del catecismo, me mostrò la belleza del cine, Joselito incluido.

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