martes, 25 de enero de 2011

Xero de López

Qué lugar la pizzería el Cuartito de Talcahuano entre Charcas y Paraguay!!!. Hay cola todas las noches y eso que son dos salones enormes. Entonces uno se para detrás de un grupo de turistas y espera ansioso, que una mesa se libere de una familia de gitanos o una pareja de pitucos. Ella con cara de asco mientras él disfruta como un chico de la concesión que ha de costarle un anillo de diamantes y no importa, no hay como una de jamón y morrones, no lo vale la rubia y estoy de acuerdo.
Caminamos hacia la primer mesa gracias a Sergio, nuestro mozo preferido. Santiagueño y feliz poseedor de una pareja de rootwailer a la que ama un poco más que a sus clientes y nos invita a sentarnos, junto a la caja. Saludamos al dueño que se llama Miguel que besa a mi mujer y a mi hermana y me dá la mano con simpatía.
Ya sentados y cómodos le pedimos a Sergio una grande napolitana y una botella de vino tinto.
-Xero?
-Dale, con hielo y soda- le contesto
Mi hermana se sorprende y le comento que el vino, según dicen, hay que tomarlo con dieciocho grados.
Ahora estamos callados observando las fotos que cuelgan por el enorme salón. Sandro, Erico,Amadeo,Bonavena, tapas del Gráfico.
-Aquel es el rey?
-Me parece que sí, Juan Carlos de joven.
El ruido de la gente es permanente, el entrar y salir. Los gordos enormes que devoran una chorreante de muzzarella en el mostrador, un niño que corre entre las mesas. Sergio que pasa con dos bandejas, una de queso y cebolla y otra con cuatro balones y esquiva a un enano que viene del baño. Una señora es trasladada en una silla de ruedas hacia una mesa de un rincón. El Cuartito en su esplendor con su olor a cebollas y su lluvia de orégano. Más allá, el horno recibe en la boca la masa con el queso y la devuelve hecha manjares que los mozos han de distribuir infinitamente entre los hambrientos e impacientes comensales.
-Cortázar habrá venido aquí?
-Por qué no.
-Y Maradona. aquí no se aceptan amargos, aquí al menos hay que reconocer a la mayoría de los personajes que cuelgan en las paredes y allí no hay amargos- me escucho decir.
Aparece Sergio y nos sirve amablemente el vino y esa napolitana que se deshace en la boca.
-Perfecto!!!- una excelente elección- nos dice Miguel, que se ha acercado a nuestra mesa- Napolitana con Xero de López.
-Lo bueno que tiene el Xero, le digo, es que vale cero y es riquísimo le digo yo.
-Perfecto!!!- me dice y pone los pulgares hacia arriba.
-Xero- repite mientras se aleja.
Ahora nos concentramos en la pizza y el vino que desaparece en un rato.
En todas la pizzerías, las mejores como El Cuartito, Las Cuartetas o Guerrin, hay ruido. Alegría incomparable, poco lugar para el llanto o la amargura. Son rituales la bulla y los festejos.
Le pido la cuenta a Sergio,
-Está paga.
Habitualmente Sergio anota en un papelito lo que le debemos, en negro, digamos.
-Cómo
-Miguel, el dueño los invita.
-Xero, nos dice.
Cosas del cuartito, antes de salir una familia se ubica en nuestros lugares.
Antes de salir, veo una foto de Monzón, tapa del Gráfico.

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