lunes, 28 de junio de 2010

De Vicenzo


Ramiro, dice Manolo Souto, viejo parroquiano del Ranelagh Golf Club, ves esa cancha de tenis?, nunca vì a nadie jugar al tenis.
El campo tiene ochenta años y al cruzar la barrera de entrada sòlo se habla de golf, de los ilustres ausentes como Carlos Spina. El buenmozo que supo bailar en hollywood con Kim Novak.
De Roberto de Vicenzo.
Del hoyo que produjo un cadàver que arrojaron de una aviòn sobre el fairway del trece, el par cinco màs difìcil de la cancha. Se habla poco de eso como de otra cosa que no sean las frases peroneanas de don Roberto.
"Cuando era un muchacho, le dijo don Roberto a Severiano Ballesteros en la salida del tee del hoyo cuatro. Un doglet a la derecha con un green oculto por un grupo de eucaliptus de treinta metros de altura. Cuando era tan joven como vos la ponìa por arriba de los àrboles".
El gran español puso la pelota mientras don Roberto lo miraba con los ojos entrecerrados, practicò un par de veces y allì fuè la pelota perdiendose en el cielo por un instante, luego el ruido seco de alguna rama, y la puteada suave, inevitable del crack.
"No me dejaste explicarte, que cuando era un muchacho, dijo sonriendo los àrboles eran muy pequeños"
Don Manolo tiene razòn, no se puede hablar de este deporte sin mencionar a Roberto y al Ranelagh Golf.
De Vicenzo el màs grande de todos los tiempos.

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