sábado, 12 de junio de 2010

coorman


Robert Corman siempre me sorprende. Uso este tiempo porque los genios siempre estan en el presente nadie puede decir lo que escribiò Dotoievsky, Proust o lo que pintaba El Greco sin recurrir a este tiempo que incluye a todos como un caleidoscopio. Algo asì ocurre con la poesìa y con el siempre vigente negro Olmedo. Mi amigo poeta Edwars me dice que con mayùsculas solo pone el nombre de Dios, yo agrego, lo presente es lo vigente, sin minimizar o menospreciar el cine creo que Corman es un genio. En una de sus pelìculas, sin dejar de recurrir al gènero de la parodia, construye una obra maestra.
La pelìcula, hecha con unos pocos miles, ridiculiza y a la vez revalora el arte. Lo pone en una dimensiòn que solo se puede lograr a travès de la parodia.
Se trata de una historia de Beatniks que transcurre en un bar donde trabaja de mozo un chico precario que toma en serio a los bromistas parroquianos disfrazados de intelectuales con cierto aire existencialista. Hay un poeta Dadaìsta que con el acompañamiento de un saxo habla de el ser del arte y la inexistencia de los seres banales. Nuestro hèroe trata y memoriza de seguir el recetario y por accidente, en su sòrdida buhardilla por casualidad apuñala al gato y lo cubre con ceràmica, transformàndolo en una obra de arte.
Y allì surge el reconocimiento de los medios, la genialidad del idiota que empieza a matar y a transformar los cadàveres de sus vìctimas en estatuas que provocan la admiraciòn del grupo de idiotas que festejan y lo coronan. !!Extraordinario!!. Corman se luce y en el frenesì criminal del loco, donde hasta hay un decapitado en una carpinterìa, la pelìcula culmina con la persecuciòn de todos al criminal, policìas y transgresores drogadictos mancomunados bajo el ritmo del jazz por oscuros laberintos de un escenografìa de cartòn.
Ahora, con final previsible, que hace que lo obvio nos muestre al genio, el muchacho en la escena final, siempre idiota se termine ahorcando en su propia casa, escena de todos sus crìmenes u obras como nosotros consideremos.
El ahorcado, dice alguien y la pelìcula concluye.
Ahora entiendo la veneraciòn por Corman, de Coppola, Scorsese, Demme y la escena final de Wenders en El estado de las cosas.

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