
por ahí
la mujer no estaba loca
aunque la cabeza
de Marco Avellaneda
se pudría a los pies de su cama
era una mujer devota
no se puede
armar un cuerpo
aunque la promesa
del juicio final
sea la felicidad
de los muertos
la mujer no estaba loca
aunque la cabeza
de Marco Avellaneda
se pudría a los pies de su cama
era una mujer devota
no se puede
armar un cuerpo
aunque la promesa
del juicio final
sea la felicidad
de los muertos
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