miércoles, 15 de septiembre de 2010

Avellaneda


por ahí
la mujer no estaba loca
aunque la cabeza
de Marco Avellaneda
se pudría a los pies de su cama
era una mujer devota
no se puede
armar un cuerpo
aunque la promesa
del juicio final
sea la felicidad
de los muertos

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