martes, 4 de junio de 2013

Freud y el 102

Leo unos escritos de Freud sobre las bondades de la cocaína. Es interesante el experimento, escribe sobre el efecto positivo para sacar las adicciones del opio y la morfina. Cita a los antiguos de los Andes y cómo através del consumo de la coca pueden pasar días enteros con el mínimo alimento. En varias cartas a sus amantes y su hija relata el impacto de sus conferencias en París allá por 1886. No puedo dejar de leer mientras espero el 102 que me lleva a Barracas. Al subir me desalienta el hecho de tener que viajar parado. Me gusta sentarme en el primer individual del fondo ya que desde allí puedo observar el pasaje y leer algunos párrafos. Hay una chica que por el aspecto olfateo que ba a bajar en tribunales. Ha guardado su blakberry en la cartera y allí me paro tranquilo y esperando como un pescador avezado.
Allí baja y me desparramo en el asiento. Ya estamos en Belgrano y escucho el murmullo del pasaje.
Un perro blanco se pasea entre los asientos, un típico perro de la calle camina con naturalidad por el pasillo y se pierde bajo el asiento de una chica que está leyendo un libro de Caparrós. Un tipo que transporta un objeto musical acaso unos platillos me mira en tono cómplice.
-este se baja en Constitución- dice
Y era cierto. Al llegar a Constitución el perro se baja por la puerta de atrás.
-Ahora se subirá al tren- escucho decir al músico mientras el perro se aleja entre la multitud corriendo a la par del colectivo.
Todo es natural y hermoso. Por un rato he contemplado y sentido la magia que irradia este perro blanco de la calle.
Luego sigo mi lectura mientras pienso en la eterna búsqueda del ser humano.

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