jueves, 8 de mayo de 2014

Rareza Triste

El mes de noviembre en mi familia es el mes de los estigmas. Parece que la puerta del cielo o la del infierno se abriera y nos convocara.
-Se cayó de la escalera.
Marta la madre de mi amigo dijo desde la lejanía por teléfono.
En Buenos Aires era una atardecer húmedo de noviembre.
-Como que se cayó de la escalera
-Así me dijo la Negrita para que te avise- dijo Marta. La Negrita era mi madre.
- Y me dijo que le avises a tu papá- Marta era una mujer dulce que usaba gruesos anteojos oscuros.
Era 1974 y yo deambulaba sin ton ni son por la ciudad. Juan Carlos mi primo estaba muerto, ya no estaba, lo asesinó la triple A y recién terminábamos de enterrarlo. Fue fusilado y tuvimos que velarlo en su casa de la calle Austria a cajón tapado. Lo habían levantado en el Chocón la pizzería de la calle Las Heras junto a un amigo y había aparecido muerto en Garín.
Y ahora mi hermano en la lejanía quizá agonizaba.
Y ahora tenía que ir a contarle a mi viejo que vivía en colegiales.
-Cómo que se cayó?-dijo
-Nó estos hijos de puta se meten con nosotros y nos matan- dijo
-Y si no fuera así.
-Yo sé-dijo sollozando.
Esta manera familiar de imaginar los finales viene del fondo del tiempo, sobre todo en los artistas.
Efectivamente, mi hermano murió apenas llegamos y nos pudo sentir.
Era una hermosa tarde de noviembre luminosa y seca y nosotros llorábamos en silencio.

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