viernes, 24 de junio de 2011

la siesta de mi infancia

quise ver
y cerrè los ojos
quise tocar
y me quedè
sin manos
quise ser
y me entreguè
a los brazos
del viento
cuanto queda
de uno
en el camino
adioses esperas
la claridad
un dìa de verano
en San Carlos
aùn siento
el abrirse rojo
del higo
a la siesta
el incesante
quehacer de las abejas
sobre los frutos
la flor olvidada
que entre
sus brazos muere
el zumbido
del verano
el excesivo cielo
quise ser
un pàrrafo de la siesta
un andar por los tejados
con la panza llena
de la inocencia
de los duraznos
y descendì
despacio
por la pared
del fondo
de esa casa larga
llena de patios

No hay comentarios:

Publicar un comentario