miércoles, 11 de mayo de 2011

Habremos quedado a mano?

Ahì andaba este atardecer de Catalinas, herido por esta vida de la que a veces me siento extraño.
-Cuidado!!!- alguien me dijo justo cuando doblaba un automòvil para subir por Marcelo T de Alvear desde la avenida Alem.
Quise agradecer , acaso si no fuera por la advertencia, me hubieran atropellado y busquè a ese alguien.
Gracias, dije. gracias repetì.
Era un hombre flaco, moreno , de ojos negros con la barba descuidada.
-Què hacès hermano- me dirigìa a alguien que reconocìa y mi entendimiento era claro. Conocì a ese hombre hace ya mucho.
El corazòn cuando se despliega , vence al olvido y al tiempo. Ahora reemprendìamos la conversaciòn, breve , la de dos tipos que alguna vez los uniò la circunstancia y por què nò el miedo.
-Sì como no acordarme.
Una ràfaga, como el Aleph, el destello de otro tiempo, un instante infinito que me remontaba a una tarde de Junio en el Puente La Noria. Trabajaba en una AFJP y mi funciòn era afiliar a cualquiera que se cruzara en mi camino, asì desesperadamente para no perder el trabajo acosaba a la gente que bajaba de los colectivos y cruzaba por el Puente peatonal, antes de tomar su colectivo, el ùltimo que lo llevara a su casa, agotado. Habìa que vender una creencia inveròsimil, que se afilien para asegurar su vejez. Era 1994.
Nadie se detenìa ante mi reclamo, solo Silvia y Patricia, dos hermosas compañeras lo lograban con poco èxito .
Y allì lo vì, recuerdo que llevaba unos pequeños auriculares y le impedì seguir su camino, Lo reconocì, en otros tiempos trabajaba en una empresa de transportes y solìa venir a cobrar por parte de su patròn.
-Si te anotàs, me salvàs.
Accediò de buena manera y firmò.
Esta tarde 11 de mayo de 2011 nos volvìamos a encontrar. Curiosamente ni el ni yo recordamos nuestros nombres. Le contè que seguìa en la misma empresa por suerte y que habìa ascendido.
-Tuve leucemia, me dijo, por suerte estoy mejor, por suerte estaba donde me pusiste y me ayudaron, y ahora te encuentro....que suerte, Eso fuè en el 95.
-Ya estàs curado.
-Sì, la pasè jodido tomaba una pastilla tres veces por dìa.
Un viento càlido subìa pero era leve como un testimonio, como seña de que estàbamos allì los dos vivos, me alegrè, tristemente.
-Ahora me entero que mi viejo tiene un tumor y tengo que ir a buscar los resultados a Rivadavia al cinco mil.
En sus ojos desorbitados se condensaba un dolor denso, los ojos dicen tanto, son como dos muecas profundas.
-Necesito unas monedas para el bondi, te molestarìa prestàrme unos pesos.
Nos abrazamos y lo vì alejarse corriendo hacia el colectivo. Proseguì mi camino hacia mi casa, llorè un largo rato.
Habremos quedado a mano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario